ANÁLISIS DE CASOS
1. Caso #1 - Trastorno por consumo (alcohol)
Se trata de un obrero
de fábrica de 35 años. Es casado
y tiene tres hijos de 7, 9 y 11 años. Problema: Al caerse de una escalera y
romperse una pierna, el paciente fue internado en la sala de traumatología de
un hospital general. Al tercer día se lo notó nervioso y comenzó a temblar. Se
lo interrogó acerca de sus hábitos pero negó tener algún problema de bebida de
alcohol en exceso. Dijo a los médicos que sólo ocasionalmente tomaba un vaso de cerveza.
A la noche no podía dormir
y las enfermeras se preocupaban porque hablaba con incoherencia y estaba muy
ansioso. Antecedentes: Según lo manifestado por su esposa,
el paciente hacía más de tres años que tomaba grandes cantidades de cerveza. El
año anterior, había faltado al trabajo varias veces y lo habían amenazado con despedirlo. Todos los días, comenzaba a beber cuando
volvía del trabajo
a la tarde y no dejaba hasta no quedar dormido. La tarde en que se lo
internó volvió a su casa como de costumbre pero se cayó en la escalera
y se quebró la pierna
antes de comenzar
a beber. Por lo tanto no había tomado nada antes de ser
internado. Su esposa estaba avergonzada del problema de alcoholismo de su
marido, por lo que no dijo nada cuando su esposo fue internado. Tres días más
tarde cuando se lo preguntaron directamente, les contó toda la historia. La señora dijo que su esposo
había comido muy poco en las últimas semanas. Había notado que en varias
ocasiones no podía recordar ni siquiera eventos importantes que habían sucedido
el día anterior. Había tenido un accidente de autos
dos años antes, estando alcoholizado, pero no sufrió
lesiones graves. El paciente
no había tenido problemas de salud graves en el pasado. La relación con su
esposa, sin embargo, se había vuelto extremadamente difícil desde que comenzó a
beber por lo que ella pensaba seriamente en divorciarse. Su relación con los
hijos era tensa. Solía discutir con ellos, pero en la actualidad éstos trataban de evitar a su padre
lo más posible. Según la esposa, el padre de su esposo había sido un alcohólico crónico y
murió de cirrosis cuando éste tenía 24 años.
Al examinarlo, su discurso era desordenado e incoherente. Pensaba que aún
estaba en la fábrica y que tenía que terminar un trabajo. A veces reconocía
algunos médicos y enfermeras que lo habían atendido los días anteriores, pero
otras veces creía que eran compañeros de la fábrica. En varias ocasiones sacaba
insectos que veía en su sábana. Estaba desorientado con relación al tiempo y se
asustaba del menor ruido que proviniera de afuera de su habitación. Transpiraba abundantemente y no podía sostener un vaso sin volcar
casi todo su contenido. Constantemente trataba de salir de la cama y no se daba
cuenta de que su pierna derecha estaba enyesada.
2. Caso #2 - Esquizofrenia Paranoide
Se trata de un joven soltero de 25 años. El paciente
fue persuadido por su hermano
para que busque ayuda en un hospital psiquiátrico
porque tenía reacciones violentas y pensamientos suicidas. Cinco semanas antes
había atacado a su madre sin advertencia y pegándole salvajemente, hasta que su
hermano fue en su ayuda. Durante las semanas siguientes tuvo una cantidad de
explosiones agresivas y varias veces amenazó con quitarse la vida. Explicó el
ataque a su madre diciendo que ella había tratado
de perjudicarlo y que había recibido instrucciones de una fuerza
extraterrestre para pegarle.
Después del ataque se encerró en sí mismo, absorbido por sus propios
pensamientos, y a menudo hablaba solo aun cuando otras personas estuvieran
alrededor. A veces su familia tenía la impresión que escuchaba voces que otras
personas no podían oír. Le dijo a su hermano mayor que tenía miedo
de atacar a alguien, o de matarse;
temía perder control
de sus propios actos. El paciente creció en la zona rural del
país. Era el segundo de 10 hijos. Su padre tenía tierras pero era adicto al
opio y trabajaba muy poco. La madre trabajaba la granja, sembrando cereales y
criando algunos animales con la ayuda de sus hijos más chicos.
El paciente dejó la escuela
en el noveno grado para seguir estudiando música. Se fue de
su casa y pasó los últimos años de su adolescencia en la casa de un músico, un viejo amigo de su padre quien le enseñó
a tocar la guitarra. Aprendió a tocar bastante bien y se convirtió en un
apasionado por la música. Tocó la guitarra en varios conciertos pero nunca pudo
conseguir un trabajo fijo o ganar suficiente dinero como para mantenerse. Su
hermano mayor, un maestro, lo ayudaba financieramente. Eventualmente a los 23
años el paciente se mudó con él. Se llevaban razonablemente bien siempre y
cuando su hermano no interfiriera con su voluntad de estar solo. Antes de
enfermarse había sido bastante ambicioso con respecto a su actividad, quería
convertirse en un gran músico.
Solía sentarse durante
horas solo en su habitación, para tocar la guitarra. Sin
embargo, no le gustaba tocar en presencia de otros y se mostraba indiferente a
las alabanzas o críticas. Su interés por la música era abrumador y tenía poco
contacto social. No se lo veía interesado en tener novia
ni tenía amigos
íntimos de su mismo sexo. El paciente era un joven bien parecido y
estaba vestido apropiadamente. Al ser examinado estaba tenso, hablaba rápido y
en forma excitada. Tenía tendencia a agitar la mano sin razón aparente. Su
conversación estaba interrumpida por interpolaciones, y de vez en cuando se volvía incoherente e
incomprensible. Se sonreía superficial e inapropiadamente. En la expresión de
sus afectos era cerrado y se enojaba al hablar de su madre. Decía que ella lo
hubiera querido muerto. Expresaba temor porque un poder extraterrestre llevaría
su mente a otro planeta. Explicaba que este poder controlaba sus pensamientos y
le daba órdenes para lastimar a otras personas. Aparentemente el poder
extraterrestre hablaba sobre la situación de Ibrahim. Le decía que su madre lo
quería ver muerto y le había dado
instrucciones para matarla. Los últimos días antes de la internación, Ibrahim
consideró la idea de matarse para impedir que el poder extraño tomara total
control de él.
3. Caso #3 - Esquizoafectivo tipo depresivo
El paciente es un hombre
de 24 años que vive solo, con un subsidio
social. Hasta hace un año trabajó
como empleado en un banco importante. Fue reinternado en un hospital
psiquiátrico porque en los últimos dos meses se había deprimido. Se encerraba
en su departamento y cuando su padre
fue a visitarlo encontró una soga sobre la mesa, y el paciente admitió que
planeaba ahorcarse. Su padre lo llevó inmediatamente al hospital psiquiátrico y
lo ingresó nuevamente. Cinco meses antes había estado internado en el mismo
hospital por un episodio psicótico.
Durante el año anterior se había vuelto progresivamente introvertido y se recluía.
Dijo que tenía la sensación de que sus compañeros
de trabajo lo vigilaban y hablaban de él a sus espaldas. Tenía dificultad para
concentrarse y a menudo se retiraba por mucho tiempo al baño. En la calle la
gente lo miraba de manera poco usual y tenía la impresión de que lo creían homosexual. Sentía que su teléfono estaba intervenido. Cuando estaba en su departamento escuchaba
a sus vecinos de ambos lados hablar acerca de lo que él hacía y pensaban “ahora
está yendo nuevamente al baño -seguro que es homosexual- trataremos de
deshacernos de él”. Eventualmente dejó de ir al trabajo y fue despedido.
Después de ello se recluyó en su departamento y sólo salía de noche. Tenía la sensación de que sus
vecinos trataban de molestarlo, enviando corrientes eléctricas que afectaban
sus genitales, por lo que finalmente se mudó a un hotel. Aún allí oía las voces
de los vecinos y sentía la influencia de la electricidad que mandaban;
finalmente fue a la policía. Llamaron a su padre quien manifestó haber estado
preocupado por su hijo desde hacía tiempo.
Dijo que éste se había
vuelto tan poco comunicativo que se negaba a contestar el teléfono. Su
padre lo llevó al hospital y fue internado
de urgencia. En el hospital se lo trató con haloperidol (6 mg./día) y después de un mes mejoró como para ser dado alta. Continuó en tratamiento ambulatorio con haloperidol (3 mg/día) y pudo continuar
viviendo solo en su
departamento con un subsidio social. Aún oía voces que hablaban de él casi a
diario pero ahora se daba cuenta de que eran parte de su enfermedad y no le
daba demasiada importancia. Nada lo entusiasmaba y pasaba gran parte del tiempo
sin hacer nada, mirando por la ventana, o fumando. Concurría regularmente a sus citas de seguimiento y tomaba sus medicamentos según prescripción
médica. Según su ficha de evaluación aparecía
apático e hipoafectivo, pero aparte de eso, se lo veía en estado de remisión. Para tratar
efectos colaterales, recibía biperideno (4mg /día). El paciente nació y creció en una ciudad
donde su padre era contador
en una compañía importante. Era el tercero de tres hermanos. Después de
terminar la escuela secundaria optó por la carrera comercial y comenzó a
trabajar en un banco. No era ambicioso y se contentaba con ser empleado. Había
sido buen alumno en la escuela
y tenía muchos
amigos con los que se mantuvo en contacto los primeros
años después de finalizarla. Mas adelante se apartó de sus amigos y cada vez se encerró más en sí mismo. Al terminar la escuela salió con
una chica, pero luego perdió interés, y ella lo dejó por otro. Después de ello
no tuvo más interés en conocer otras mujeres. En el banco era un empleado
responsable aunque tenía una peculiar falta de ambición e interés. Trabajaba
mecánicamente y a veces los clientes
se quejaban de que no entendía lo que le pedían. Su padre había notado el cambio
y su familia había tratado de sacarlo de su aislamiento. Debido a que respondió
agresivamente lo dejaron solo aunque se mantuvieron en contacto por teléfono.
Los últimos años el paciente había vivido solo en un departamento alquilado, ya que parecía
capaz de manejarse
bien de esta manera.
No había información alguna de enfermedad mental en su familia. Su salud siempre
había sido buena y nunca había sido internado.
4. Caso #4 - Trastorno Delirante
La paciente es una mujer divorciada de 52 años.
Tiene una hija y es maestra en una escuela primaria; nivel socioeconómico
medio. Se quejaba de cansancio extremo al tener que permanecer despierta toda
la noche para impedir que alguien entrara a su casa a robar. Cuando tenía 35
años, comenzó a lamentarse de ser el blanco de una discriminación proveniente
de las autoridades de la escuela. Decía que las maestras mayores intentaban
perjudicarla debido a su diferente religión. Sentía que la espiaban y que
trataban de sacarla de su puesto de maestra. Algunos años después comenzó a
quejarse de que sus vecinos querían tener relaciones sexuales con ella. Los acusó de perseguirla y de tenderle
trampas para violarla. Hizo instalar trabas de seguridad en las puertas y
ventanas y nunca salía después
del anochecer. Gradualmente se volvió ansiosa
e irascible, y varias
veces dio parte a lo policía. Casi nunca se animaba a dormir de noche, por lo
que se cansaba cada vez más. La paciente era la segunda de seis hijos. Tenía
cinco hermanos. Su infancia había transcurrido sin mayores problemas. Se había
casado pasados los veinte años y se divorció a los 34, aunque las razones del
divorcio son poco claras. Tenía una hija que vivía con el padre. La paciente
había enseñado en la misma escuela durante más de 20 años. Solía hablar de Dios
o expresar conceptos religiosos pero raramente concurría a un templo. Siempre
tuvo menstruaciones largas y dolorosas, hasta que hace poco tiempo cesaron
completamente. Al nacer su hija tuvo un episodio de depresión leve manifestada por ingesta excesiva
de alimentos y problemas para dormir.
Cuando se estaba divorciando se la notó nerviosa y preocupada. A pesar del lo
cual había logrado permanecer calma y trabajar como de costumbre. Era una persona
pusilánime, indecisa y cautelosa.
Sus colegas la caracterizaban como meticulosa y bastante estricta como maestra.
Uno de sus hermanos tenía una condición mental
extraña. Abandonó su trabajo y su familia
para vivir en un taller que él mismo construyó. Aseguraba que dedicaría su vida al estudio de la física
y que inventaría una
máquina capaz de funcionar sin combustible. Durante la consulta la paciente
parecía bastante normal. Su conversación era coherente y acertada. Acusó a una
cantidad de personas de querer hacerle daño y de que buscaban la oportunidad de
forzarla para que tenga relaciones sexuales con ellos. Negó tener
alucinaciones. Le desagradaba tener que hablar de estos problemas y parecía
estar cansada por sus preocupaciones persistentes. Estaba absolutamente
convencida de que sus inquietudes eran reales. Aunque en realidad nunca le
había pasado nada, estaba segura de que tenía
razón suficiente para creer que podría pasarle.
El examen físico
sólo determinó obesidad
leve.
5. Caso #5 - Agorafobia
Desde su infancia tuvo temor a las situaciones de riesgo y como resultado
desarrolló miedo a viajar en aviones y tuvo dificultad para conseguir su
licencia para conducir. Siempre ha sido insegura y tiene tendencia a sentirse
inferior a otras personas. Su humor ha sido inestable y con tendencia a
reacciones depresivas cuando tiene que enfrentar decepciones o críticas. Su
padre fue descripto como introvertido y con poco humor, pero no tuvo contacto
con servicios psiquiátricos. Una de sus hermanas fue internada en una sala de psiquiatría por “nervios”, los que posiblemente representaban episodios de depresión. En su infancia la
paciente era considerada como de constitución débil. Parecía resfriarse a
menudo y tuvo gripe varias veces. Tuvo licencia por enfermedad en repetidas
ocasiones por malestares pasajeros, dolores de estómago, o dolores por tensión
en su cuello y espalda. Los exámenes
médicos nunca encontraron ningún tipo de perturbación somática. Su único embarazo fue sin complicaciones excepto por una leve pre-eclampsia algo antes del parto, y que fue tratada con éxito. Su presión arterial
es normal y no se detectó ningún mal funcionamiento cardíaco. Datos actuales: La paciente no parecía deprimida,
pero estaba tensa y hablaba muy rápido como si tuviera alguna urgencia.
Describía sus problemas vívidamente, en forma espontánea, y parecía querer
lograr la ayuda del facultativo. Impresionaba como inteligente y no se
detectaron síntomas psicóticos. El examen físico, incluyendo la evaluación
neurológica, no revelaron ningún problema somático. Los ECG, EEG y exámenes
serológicos dieron resultados normales y no se detectaron anormalidades de la
función tiroidea.
6. Caso #6 - Fobia Social
La paciente es una alumna de escuela secundaria de 17
años. Durante los últimos seis meses, la paciente comenzó a tenerle tanto
terror a la escuela que se la derivó a un servicio de psiquiatría para la consulta
externa. Cada vez que la profesora le hacía una pregunta en la clase,
se le confundía todo. Su corazón comenzaba a latir más fuerte y se
mareaba tanto que tenía la sensación de que se iba a desmayar. Dejó de
participar en el coro de la escuela . Durante cuatro meses antes de la
derivación no había podido reunirse con otros estudiantes para almorzar en la
cantina porque se sentía terriblemente ansiosa. Temblaba de arriba abajo y
tenía tanto miedo de perder el control de su de su vejiga, que en ocasiones
anteriores había tenido que irse en la mitad del almuerzo. Los últimos dos
meses se había sentido progresivamente infeliz y perdió todo interés en la escuela. Se sentía muy cansada, especialmente a la mañana
y le costaba mucho concentrarse. Su nivel en la escuela
decreció mucho. Dormía poco y se despertaba por lo menos dos horas antes de
lo que necesitaba para levantarse. Nunca tuvo gran apetito pero los últimos
meses éste se había
deteriorado mas aun. Sentía que su futuro era deprimente y varias veces deseó
estar muerta. Su momento más feliz era la tarde cuando habían pasado los
problemas diarios y estaba sola en su habitación. Antecedentes: La paciente
nació y creció en un pequeño pueblo donde su padre era albañil. Vive con sus
padres y tiene cuatro hermanos y hermanas menores. Tiene dormitorio propio. Describió la relación de sus padres
como armoniosa, aunque su padre solía estar enojado de vez en cuando con su esposa
porque era demasiado
sobreprotectora con la paciente. La niña se desarrolló
normalmente durante su infancia y se mostró
feliz y sociable hasta los 14 años.
Desde ese entonces, pareció cambiar. Se volvió
progresivamente tímida y preocupada por saber lo que los demás pensaban de ella. Siempre
se sintió como si se estuviera escondiendo de los otros.
Se sentía inferior, no tenía confianza en sí misma
y tenía miedo de actuar
de forma rara o tonta.
A los 15 años comenzó a asistir a una escuela secundaria
en un pueblo vecino y logró resultados razonables hasta cinco meses antes de ser derivada al servicio de consulta externa.
Desde el comienzo de la escuela secundaria se sentía incómoda cuando debía estar con otros
estudiantes. Nunca pudo hacer amigos íntimos. Siempre fue de pequeña
estatura para su edad y nunca comió muy bien. A los 15 años recibió un
tratamiento con hormonas porque sus menstruaciones eran irregulares. De acuerdo
a su mamá, una de sus tías también era muy nerviosa
y tímida y fue internada en un servicio
psiquiátrico por depresión. La paciente era de contextura frágil y
pequeña. Al principio del examen se sonrojó y estaba tensa, se mostraba tímida
y reticente. Más tarde, sin embargo, se volvió más segura y relajada.
Impresionaba como anhedónica, pero no deprimida. No había sentimientos de
reproche personal, inhibición psicomotriz, ni signos de pensamiento desordenado o características psicóticas. No se observaron intentos de
tomar ventaja, llamar la atención de forma neurótica o tendencia a dramatizar.
Admitió, aunque dubitativamente, que sus temores eran excesivos.
7. Caso #7 - Ansiedad Generalizada
Durante casi dos años, el paciente ha sufrido de tensión y le resultaba
imposible relajarse. Ocasionalmente se lo derivó a una clínica
psiquiátrica como paciente
externo porque estaba
tenso y preocupado, no podía
dormir y estaba lleno de sentimientos de inferioridad. A menudo se sentía
aprehensivo, tenía palpitaciones y comenzaba a temblar sin una razón aparente.
No podía concentrarse y se irritaba fácilmente. A la noche sus constantes
preocupaciones lo mantenían despierto. En particular se preocupaba por su
aptitud sexual. Tenía miedo de no poder desempeñarse sexualmente si se casaba.
A los 14 años, estando de visita en la casa de unos amigos, había espiado en el
dormitorio de la hermana mayor de su amigo cuando ella se estaba cambiando. Al
ver a la joven de 19 años en ropa interior se excitó inmensamente y a menudo
recordaba la experiencia. Desde entonces hacía lo imposible para espiar mujeres
cuando se cambiaban o bañaban. Cada vez que lo hacía se excitaba y se
masturbaba. El miedo a ser encontrado lo llevaba a hacerlo rápidamente, lo que
aumentaba su excitación. A los 22 años estuvo
con una prostituta por primera
vez y después siguió haciéndolo bastante regularmente. Sin embargo
en los meses anteriores a la consulta no pudo lograr la erección, lo que al principio
lo hizo sentir ansioso y luego lo sintió que era inferior. Estaba incómodo en
compañía de mujeres y creía que no sería capaz de casarse. Comenzó a evitar a
sus amigos y se mantuvo solitario en sus ratos libres, aunque continuó
trabajando. El paciente
era el tercero de tres hijos de un taxista.
Sus dos hermanos mayores fueron bastante exitosos
en la escuela y en sus carreras. Él aprobó la escuela secundaria con notas
normales y a los 18 años comenzó a trabajar como empleado en una empresa de su
tío. Luego, se mudó a vivir solo. Antes de su enfermedad el paciente era
considerado sociable y extrovertido. En la escuela, y más tarde en el trabajo
se llevaba bien con sus compañeros. Tenía muchos amigos pero no amigos íntimos.
Era físicamente normal y no tenía ninguna enfermedad seria. Tampoco había
información sobre alguna enfermedad mental o trastornos de conducta en su
familia directa. Datos actuales: Al ser examinado estaba tenso. No quería
hablar de su comportamiento sexual pero aparte de ello era educado y cooperaba
bien. Su estado de ánimo era neutral y tenía respuestas emocionales adecuadas.
No se sospecharon síntomas psicóticos. A medida que la entrevista avanzaba,
comenzó a hablar más y a referirse a su sentimiento de inferioridad. Parecía
estar preocupado por sus experiencias de impotencia. Los exámenes físicos,
incluyendo el neurológico no revelaron anormalidades.
8. Caso #8 - Trastorno Obsesivo Compulsivo
El paciente es un joven de 23 años, soltero y que trabaja sin sueldo en
la granja familiar. Motivo de consulta: Este paciente fue derivado al servicio
de siquiatría debido a su extrema lentitud e indecisión. Su condición había empeorado los últimos cinco años. Durante
este tiempo había estado
atormentado con ideas de que podría haber hecho algo malo sin pensar o que
podría haber perjudicado a otras personas. Sentía la necesidad
de controlar su comportamiento para estar seguro de que no había causado daño a nadie.
La primera vez que notó este problema fue cuando estaba estudiando en la
universidad. Vivía allí y permanentemente tenía el pensamiento, cuando lavaba
la ropa, de que podría haber mezclado la ropa suya con la de otros compañeros. También
temía haber usado dinero que
le habían prestado o que le había sacado a otros estudiantes, aunque en realidad nunca pedía prestado y siempre se aseguraba de pagar todo lo que debía. Se sentía con la obligación de controlar permanentemente si había cerrado
la canilla o apagado la luz y los artefactos eléctricos. De lo contrario pensaba que alguien podría verse
afectado o que podía causar algún daño. Al final pasaba tanto tiempo controlando las cosas que tenía poco tiempo para estudiar y dejó la universidad
sin aprobar nada. Al año siguiente
fue convocado al servicio militar
donde se le dio tanto para hacer que no tuvo oportunidad de
controles . Al regresar a su casa la necesidad de controlar todo volvió aún más
fuerte que antes . Casi no podía conducir un auto porque si pasaba personas o
animales en la ruta, debía pararse para ver si no estaban lastimadas. No podía
salir a cazar con su padre porque después de cada tiro se tenía que asegurar de
que nadie a su derecha, izquierda o aún detrás hubiera sido herido. Lo hacía
aún sabiendo que esto no era posible. Su capacidad de trabajo disminuyó porque tenía que pensar en cada tarea antes
de poder hacerla . Y debía controlar cada una; después de terminarla. se lo
veía parado, inmóvil con ojos bajos , absorbido en sus pensamientos. Durante
las conversaciones comunes
decía muy poco porque se trababa en el medio de
las oraciones , o en el medio de las palabras. Cuando decía algo debía reconsiderarlo y controlarlo antes
de continuar. Trató de sobreponerse a la necesidad de controlar todo pero no lo
logró. Gradualmente perdió la confianza en sí mismo, se sintió sin ganas y
fatigado, perdió toda iniciativa y pasaba mucho tiempo descansando o durmiendo.
No sentía la sensación de que estaba siendo controlado o influenciado desde afuera, y nunca tuvo alucinaciones. Antecedentes: El paciente nació y
se crió en una granja.
Le fue bastante bien en la escuela
y luego tuvo varios trabajos
como granjero y realizó
estudios posteriores. Los dos años anteriores a la consulta, trabajó sin sueldo
en la granja de la familia. Cuando tenía 16 años su madre se suicidó en el
curso de un estado depresivo. Según el médico de la familia,
ella sufría de trastorno bipolar.
En el momento de ocurrido
el hecho el paciente
no mostró problemas aparentes en aceptar su muerte. Tiene un hermano y una hermana que viven en la misma casa. Su padre se casó nuevamente y su esposa parece ser bien aceptada
por los hijos.
9. Caso #9 - Bulimia Nerviosa
Se trata de una joven de 26 años. Trabaja como enfermera en un hospital
de ciudad y vive sola. Motivo de consulta: La paciente se levantaba por las
noches, iba a la cocina y comía todo lo que hubiera a su alcance.
Se detenía sólo después de una o dos horas cuando no podía encontrar
nada más que comer. Los ataques de gula siguieron durante cinco años
hasta que consultó a su médico general, quien la derivó para tratamiento
psiquiátrico, por una supuesta depresión relacionada con sus ataques de
ansiedad comer. Sus episodios de gula estaban precedidos por sentimientos de
tensión severa y obtenían una cierta relajación, aunque esto iba acompañado por
vergüenza y desesperación. Durante el año anterior a la derivación los períodos
de gula habían aumentado de dos a tres veces por semana. Por lo general ocurría
a la noche después de dormir algunas horas. Después de comer como desaforada se
sentía explotar pero no vomitaba. Trataba de deshacerse de la comida tomando grandes
cantidades de laxantes. Su peso era inestable pero había logrado mantenerlo
dentro de los límites normales simplemente ayunando entre sus crisis de gula.
Odiaba la gordura pero en realidad, nunca había sido delgada. Sus ataques de
comer en exceso la hacían sentir culpable y desesperanzada. Había pensado en el
suicidio tomando una sobredosis de los somníferos que su médico clínico le
había prescripto para su insomnio. Podía hacer su trabajo adecuadamente y sólo
había tomado unos días de licencia por enfermedad. Antecedentes: La paciente
creció en un pueblo donde su padre era maestro. Después de la secundaria
estudió para ser enfermera y tuvo varios trabajos en salas geriátricas. Siempre
había sido sensible, temerosa de las críticas y tenía baja estima personal.
Hacía lo imposible para vivir de acuerdo a lo que se esperaba de ella y se sentía
frustrada a la menor crítica.
Se había enamorado más de una vez, pero nunca se animó a comprometerse porque
tenía miedo al rechazo y posiblemente por temor a una relación sexual. Tenía
sólo unas pocas amigas íntimas porque le resultaba difícil hacer amigos. A
menudo se sentía tensa e incómoda al estar en compañía. Evitaba ir a reuniones
o fiestas porque tenía miedo a las críticas o al rechazo. Datos actuales: Al
examinarla, la paciente se presentaba callada y reticente. Su estado de ánimo
era moderadamente depresivo y lloraba silenciosamente mientras describía sus
dificultades. No se sospecharon elementos psicóticos. Era saludable y su peso
estaba en el promedio. Ella percibía su peso como un poco más del de lo que
deseaba. Dijo que tenía miedo de volverse obesa.
10. Caso #10 - Dependiente de la Personalidad
El paciente es un hombre de 30 años. Motivo de consulta: El paciente fue
llevado a la sala de emergencias de psiquiatría por una asistente social. La
había llamado en medio de la noche para decirle que no podía más. Había llorado
y hablado de suicidio. La asistente social explicó que su paciente vivía solo,
que ella no se sentía capaz de ayudarlo y que su psicoterapeuta estaba de
vacaciones. Aconsejó internarlo. El paciente estaba retraído y tenso y pidió
disculpas por los problemas que estaba
causando. Se relajó
cuando se le dijo que podía permanecer en el hospital, y no tuvo objeciones cuando se
le indicó la habitación que por el momento debía compartir con tres pacientes mayores.
Antecedentes: Nació y creció en un pueblo de campo. A los cinco años perdió a su padre quien murió en un accidente de
autos. Después de la muerte de su padre, su madre logró obtener ingresos
trabajando de camarera
en una confitería local. El paciente era hijo único y le había
ido bien en la escuela y nunca había dado a su madre ningún tipo de problema.
Ella no se volvió a casar. Eran muy unidos y él hacía todo lo posible para
satisfacerla. Aún de niño, solía entender que la vida no era fácil para ella y
que ella era todo lo que él tenía. Se comportaba bien en la escuela, y siempre hacía
lo que las maestras le pedían, todo el tiempo estaba dispuesto a aceptar las
tareas adicionales que sus compañeros no querían realizar y aparentemente
siempre estaba contento de complacer a los demás. A los 16 años quiso ser técnico
en computación, pero esto significaba irse a una ciudad a
más de 100 millas de su casa y a su madre no le gustó la idea. Dejó la escuela
y comenzó a trabajar en un supermercado. Trató de hacer su trabajo lo mejor
posible, siempre dispuesto a reemplazar a sus colegas y nunca se quejaba de
tener que realizar horas extras. Se lo consideraba un empleado confiable y
varias veces se lo propuso para promoverlo para un ascenso, pero de alguna manera
luego se lo dejaba de lado. Durante
su adolescencia le hubiera gustado
salir con amigos pero comprendía su responsabilidad de pasar casi todas las tarde con su madre.
Ella se sentía orgullosa
diciéndoles a sus vecinos que él era “realmente bueno”.
A los 20 años tuvo la primer pelea con su madre. Ella estaba
totalmente en desacuerdo con que saliera con una chica que a ella no le gustaba. Cuando su madre le
dijo que tendría que irse de la casa si deseaba continuar viendo a “esa chica”, entró en pánico,
le rogó a su novia que tuviera
paciencia y finalmente permitió que ella lo
dejara por otro.
Su madre aprobó
a la segunda chica que él llevó a su casa
y lo apuraba para que se case con ella, aunque a él
personalmente no le entusiasmaba la idea. Cuando su esposa lo abandonó dos años
más tarde se sintió destruido y volvió a vivir con su madre. Ella murió poco tiempo después, de un ataque
al corazón. Desde entonces , el paciente fue hospitalizado varias veces por depresión, generalmente sólo por uno o dos días. Se hacía atender
por un psicoterapeuta dos veces por semana y le pedía a su asistente
social que lo aconsejara acerca de las cosas más triviales, casi todos los días.
11. Caso #11 - Tricotilomanía
Paciente de sexo femenino de 18 años de edad,
natural y procedente de Barinas, quien
consulta por caída de cabello
con dos años de evolución, refiere que posterior a tratamiento químico de
alisado del cabello en peluquería comenzó
con prurito en cuero cabelludo, debilidad y disminución del calibre del pelo.
Asistió a diversos
facultativos y realizó
múltiples tratamientos sin mejoría clínica.
Al examen se observa una gran
cantidad de cabellos de diferentes longitudes, algunos son normales y otros
rotos a diferentes alturas, retorcidos. El crecimiento de algunos pelos vistos
con la lupa apunta a lugares diferentes del resto del pelo, dando una imagen
como de pelo impeinable, localizada en forma
de placa localizada en áreas parietales, más intenso en la derecha
parietal El cuero cabelludo
es discretamente descamativo
Los exámenes de laboratorio convencional,
hormonal e inmunológico son normales. Al estudio histopatológico se observa un
folículo piloso miniaturizado y alterado torcido en su propio eje.
12. Caso #12 - Trastorno de pánico con ansiedad generalizada
Se trata de una paciente femenina de 45 años de edad; antecedentes personales patológicos y heredofamiliares negativos. Inicia con episodios de ansiedad intensa acompañados de sintomatología diversa: “empiezo a tener miedo, a querer salir corriendo, no puedo respirar bien, me pongo fría, empiezo a sudar, me duele el pecho y mi presión se sube, también empiezo a temblar, siento como si me fuera a dar un infarto, como si me fuera a caer muerta en ese momento; esto se siente más fuerte en unos minutos y luego poco a poco comienza a desaparecer, hasta que ya me siento bien, pero me queda una sensación rara, como que me va a suceder otra vez en cualquier momento” sic paciente. Lo anterior forma parte de la descripción que hizo la misma paciente de los síntomas que había sentido; estos episodios se habían presentado por lo menos en tres ocasiones durante el último mes; no tenían un factor desencadenante obvio. Fue valorada por el servicio de medicina interna, quien solicita electrocardiograma que resultó normal, así como laboratorios básicos, resultando también dentro de la normalidad; no se encontraron datos de enfermedad cardiovascular ni de otro tipo. Fue referida al servicio de psiquiatría para su valoración y tratamiento; no se encontraron antecedentes de enfermedades psiquiátricas en la línea familiar; se encontró personalidad previa ansiosa y aprehensiva. Durante el último mes ha visitado el área de urgencias de su clínica en dos ocasiones por los síntomas descritos; después de cada episodio le queda la sensación de que pronto ocurrirá de nuevo, tiene temor a salir a la calle por la posibilidad de un nuevo ataque, se ha aislado en su hogar, donde se siente protegida. En el examen psiquiátrico se encuentra sin síntomas de importancia, un poco ansiosa; se diagnostica trastorno de angustia y se inicia tratamiento a base de sertralina 50mg/día y alprazolam 2mg/día. Con el tratamiento anterior la evolución fue adecuada, no se presentó una nueva crisis, por lo que continuará con el mismo por lo menos durante 6 meses
13. Caso #13 - Trastorno depresivo mayor con duelo no resuelto
Mujer
de 45 años, viuda hace 2 años y separada de su nuevo compañero hace 3
meses. Trabaja como operadora de máquina plana en fábrica de confecciones que
tiene cerca de 700 empleados. Tiene 4 hijos de 23 años (mujer, quien abortó
hace 3 meses), 15 años (hombre), 10 años (niño) y 6 años (niña); parto
prematuro de 8 meses de embarazo hace 20 meses con muerte del bebe por
malformaciones cardíacas. Vive con su madre de 73 años (viuda hace 6 meses,
pensionada), una hermana de 42 años a quien se le suicidó su hijo de 22 años
hace 18 meses (es alcohólica y fumadora pesada), una sobrina de 18 (hija de la anterior y consumidora de marihuana) y un hermano desempleado hace 7 meses.
La familia pertenece
a la cultura chocoana pero vive en la ciudad desde
hace 15 años.
Situación
Actual: Se siente muy cansada, triste, desesperada, con mucho dolor en
el alma y en todo el cuerpo. Tiene una gran sensación de vacío y pensamientos
de muerte. No tiene deseos de trabajar, quiere salir corriendo y abandonar
todo. Duerme muy mal y casi no come nada. No sabe qué hacer o donde acudir.
Tampoco entiende por qué le pasan tantas cosas, por qué Dios se ha cebado sobre ella, por qué se siente así si ella de joven celebraba con fiesta la muerte de otros seres queridos. Se pregunta si lo que le
pasa es por el aborto provocado que ella tuvo cuando tenía 17 años, estando soltera.
Acude
sola a la consulta. Es muy cordial, correcta, bien arreglada en su
aspecto físico y parece sentirse cómoda en la consulta. Su lenguaje sigue
un curso tranquilo, fluido, espontáneo. Se ve muy triste.
14. Caso #14 - Estrés post-trauma
Juan es camionero de profesión. Nunca había tenido ningún accidente de
consideración hasta el verano pasado. Conducía su camión en un trayecto
habitual cuando una rueda se reventó en mitad de una curva. El camión perdió su
estabilidad y cuando quiso darse cuenta, Juan estaba dando vueltas de campana
envuelto en llamas. Afortunadamente fue rescatado a tiempo y le trasladaron a
un hospital cercano. Tras varias horas de operación, lograron salvarle las
piernas, aunque debería hacer rehabilitación durante muchos meses. No estaba
claro si volvería a poder conducir. En un primer momento no parecía que le
fueran a quedar secuelas psicológicas del accidente, pero pasados unos meses
comenzó a tener una serie de sueños angustiosos en los que recordaba las
vueltas de campana y el fuego. Luego también le venían estas imágenes estando
despierto y, pese a que intentaba no centrar la atención en ellas, le resultaba
imposible apartar esas imágenes de su mente. Por otro lado, Juan evitaba
cualquier conversación relacionada con los accidentes, no deseaba volver a
montar en coche e incluso le resultaba penoso venir a la clínica en taxi.
Cualquier cosa que le recordara el accidente le hacía sentirse realmente mal.
15. Caso #15 - Dismórfico Corporal
Chris es un carpintero de 31 años tímido, con mirada ansiosa,
que ha sido hospitalizado después
de un intento de suicidio por
asfixia, introduciendo la cabeza en una bolsa de plástico. Solicita hablar con
el psiquiatra en una habitación oscura. Lleva una gorra de beisbol en su cabeza
inclinada hacia delante, de tal forma que le cubre la frente y parte de los
ojos. Con la mirada puesta en el suelo Chris se queja de que no tiene amigos,
le acaban de despedir del trabajo y su novia corto la relación que mantenían
hace pocos días. Cuando el Psiquiatra le pida que se extienda
Chris replica, es realmente hablar
de esto, doctor. No sé si
seré capaz. Es demasiado embarazoso. Bueno, supongo que debería empezar
contándole… después de todo, he venido al hospital por ello. Se trata de mi nariz.
¿Su nariz?, pregunta el psiquiatra. Si, estas enormes
marcas de viruela que están en mi nariz. ¡Son grotescas! Parezco un monstruo.
¡Soy tan horroso como el hombre elefante! Solo puedo pensar en estas marcas he
estado pensando en ellas cada día durante los últimos quince años. Incluso
tengo pesadillas sobre ellas. Y creo
que todo el mundo puede verlas y se ríe de mí por su causa. Por eso llevo esta
gorra todo el tiempo no podía hablar de ello con usted en una habitación iluminada. Chris es, de hecho, un hombre elefante con poros
faciales de apariencia. El psiquiatra comenta,
no veo rastro de marcas de viruela.
¿Es posible que la visión que usted tenga de estas
marcas esté distorsionada, y tal vez estas marcas de viruela sean sólo polos
faciales normales?.
Resulta una pregunta difícil
de contestar, replica
Chris. He intentado mantener esta preocupación como un secreto, dado lo vergonzoso que me resulta.
Tengo miedo de que la gente crea que soy un presumido. Pero se lo he contado a unas
pocas personas, y han intentado convencerme de que las marcas no son realmente
visibles. A veces me arrepiento de tener estas creencias y creo que
probablemente estoy distorsionado la realidad
y no son tan horribles. Pero entonces me vuelvo a mirar en el espejo
y las veo grandes y horrorosas, y ese momento
estoy convencido de que la gente se ríe de mí. Ya pueden intentar convencerme que no servirá de
nada. Y cuando lo intentan, creo que simplemente se compadecen de mí y solo
pretenden animarme. Eso me ha afectado en muchos aspectos, doctor, añade Chris.
Puede que realmente le cueste creerlo,
pero este problema
ha arruinado mi vida. Solo puedo pensar en mi cara.
Dedico horas al día mirándome las marcas en el espejo. No puedo resistir la
tentación. Por ello empecé a faltar al trabajo cada vez más y deje de salir con mis amigos y mi novia.
Me ponía tan nervioso cuando la gente me miraba que empecé a
recluirme en mi casa la mayor parte del tiempo. A veces cuando no tenía más
remedio que salir a la calle me pasaba los semáforos en rojo para no tener que
detenerme y someterme a la experiencia de ver cómo era contemplado por todo el
mundo. La gorra me ayudo al principio, pero no cubría todas las marcas. Intente
disimularlas con maquillaje durante un tiempo pero pensé que la gente vería el
maquillaje y no serviría de nada. La única vez que me sentí cómodo fue el día de halloween en que me puse la máscara de sobrino de batman. Nadie podía ver las marcas.
Faltaba tanto al trabajo que me despidieron. Mi novia me aguanto mucho
tiempo pero al final ya no pudo más.
Una de las cosas realmente
duras para ellas
fue que empecé a preguntarle unas cincuenta veces diarias si realmente ella podía ver las
marcas. Creo que esa fue la gota que colmo el vaso si pudiera escoger
preferiría padecer un cáncer. Seguro
que sería menos doloroso esto que tengo es como una flecha
que atraviesa mi corazón.
Chris siguió contando que había acudido
a un dermatólogo para pedirle
un tratamiento de abrasión pero el
procedimiento fue rechazado porque el dermatólogo dijo que no había nada que hubiera
de someterse
ha
abrasión al final,
consiguió convencer a otro dermatólogo para que efectuar
la intervención, pero no
quedo satisfecho con el resultado estaba desesperado por las supuestas marcas,
que llevo a cabo dos intentos de suicidio. Su última tentativa ocurrió después de mirarse en el espejo y comprobar lo horrible que era. Explico al psiquiatra, vi lo desagradable que era mi cara y pensé: No estoy seguro
de que valga la pena vivir así si tengo que estar todo el tiempo
pensando en ella. Su primer intento de suicidio había motivado un ingreso hospitalario; pero como Chris estaba tan avergonzado de su preocupación y pensó que no le
iban a tomar en serio, se guardo el secreto y solo comento que estaba deprimido.
16. Caso #16 - Trastorno de ansiedad social (Fobia Social)
Andy un hombre soltero de 25 años de edad, vive con su madre y su
hermana. Trabaja clasificando la correspondencia en una oficina
de correos empleo
que ostenta desde que abandono
la universidad tras solo dos
años de estudios. Acude a una clínica de trastornos de ansiedad después de leer
un anuncio en el periódico donde se ofrecía la posibilidad de efectuar un
tratamiento gratuito participando en un estudio de investigación sobre los
trastornos de ansiedad. Su queja principal es de “nerviosismo”. Dice que
actualmente está “yendo a lo suyo” y desea “llevar una vida normal y retomar
sus estudios en la universidad.
Durante su adolescencia y principios de la edad adulta, Andy no tuvo amigos íntimos
y por lo general prefería
estar solo. Cuando entro en la universidad, hizo algunas amistades íntimas,
pero se volvió “hipersensible” cuando habla con extraños, compañeros de clase o
a veces incluso con amigos. Se sentía nervioso y su expresión se tornaba tan
“tensa” que le resultaba difícil pronunciar una palabra oía un “zumbido” en su
cabeza y se sentía como que estuviera “fuera de su cuerpo”, tenia sofocaciones
y sudaba profundamente. Estas “crisis de angustia” así las llamaba él aparecían
súbitamente, en cuestión de segundos y solo cuando se hablaba en presencia de
otras personas. Cuando un compañero de clase se dirigía verbalmente a él a
veces “no podía oír” lo que esté le decía debido a su nerviosismo.
Fuera de clase, Andy empezó a sentir más incomodidad cada vez mas
incomodidad en situaciones sociales “creo que me da miedo decir
o hacer algo estúpido”. Empezó
a declinar invitaciones a fiestas y a evitar
otras actividades sociales por ejemplo: una liga de bolos. Finalmente abandono
completamente sus estudios en la universidad.
Andy explica la razón por la que decidió trabajar en una oficina de
correos es que este empleo no requería un trato directo con la gente. Cuando se
le pregunta por otras situaciones que le pongan nervioso comenta que evitar los
lavados públicos y se siente más cómodo si estos están poco iluminados si hay
pocas personas o si puede hacer uso de un retrete en vez de un urinario.
Andy tiene dos amigos “íntimos” desde hace años a quienes ve regularmente
y se siente cómodo con ellos. Sin embargo no han salido con muchachas desde que
dejo la universidad, y evita completamente las actividades de grupo como por
ejemplo, las bodas y los bailes, no tiene problemas con la figuras de autoridad
e incluso acepta de buen grado las críticas constructivas de su supervisor en
la oficina de correos. “Mi problema es el nerviosismo no la obstinación”.
17. Caso #17 - Trastorno de dolor génito pélvico de penetración (disparemia)
Gary y Norma acudieron a una clínica para recibir
tratamiento psicoterapéutico pocas semanas después de que Norma asistiera al
funeral de su tío. En dicha ceremonia empezó a recordar repentinamente
experiencias de su infancia con su tío que le hicieron pensar que sus problemas
sexuales quizá tenían una base psicológica.
Gary y Norma tenían relaciones sexogenitales aproximadamente una vez cada 1 o 2 meses, y
solo después de que Gary insistiera. Sus prácticas sexuales
consistían primariamente en que Gary estimulaba a Norma hasta el orgasmo
acariciando manualmente sus genitales al mismo tiempo que él se masturbaba. Norma tenía una gran antipatía hacia los
genitales masculinos y se negaba a tocar su pene. Hacía poco que la pareja
había abandonado los intentos de realizar el coito vaginal, dado que Norma
sufría frecuentes espasmos de su vagina que hacían de la entrada del pene algo
difícil y doloroso, por no decir imposible.
Había otros problemas en aquel matrimonio. Gary
trabajaba muchas horas y dedicaba la mayor parte de su tiempo libre a visitar a
su madre viuda y a hacer recados o faenas domesticas para ella. Sufría, asimismo, un problema de juego Compulsivo, e iba al hipódromo tres o cuatro veces
por semana. Dado que sus ingresos no eran muy cuantitativos, las pérdidas de
Gary en el juego daban lugar a estrecheces económicas serias.
Norma siempre se había caracterizado por una fuerte
antipatía por mirar o tocar el pene de su marido. Durante
la entrevista explicaba que nunca había
sabido el origen de dicha
antipatía hasta que acudió al
reciente funeral de su tío, donde se sorprendió al comprobar cómo se enfurecía
más y más a medida que se leían las alabanzas al difunto. Su tío había sido
músico concertista famoso en todo el mundo, y era ampliamente conocido y
admirado. Mientras Norma se enfadaba, por momentos empezó a recordar repentinamente
haber sido sexualmente acosada por él cuando solo era una niña. Cuando tenía
entre 9 y 12 años de edad, su tío había sido su profesor de música. Las clases incluían lecciones de ritmo en las que ella debía acariciar su pene al compás del metrónomo.
Esto le desagradaba profundamente, pero tenía miedo como para contarlo a los padres.
Finalmente decidió no seguir tomando las clases de música a los 12 años
sin que nunca llegara a exponer los motivos de esta decisión a sus padres. En
algún momento de su adolescencia dijo “he olvidado lo que me hizo”. Todo este
problema se ha agravado en un curso de 10 meses, se debe de tomar en cuenta que
la paciente tiene problemas gastrointestinales específicamente gastritis desde
ya unos años.
18. Caso #18 - TDAH
Juan es un niño simpático, que cae bien, es atento y parece ser feliz.
Cuando llega al colegio suele ser bastante desordenado. Saca todos los libros
cuando llega a clase, saca todos los papeles y trabajos. Algunas veces saca trabajos que debería haber entregado y a veces no encuentra
papeles que se le dieron para entregar. Cuando pido a la clase que
realicen un trabajo, tengo que ir a explicarle a él lo que tiene que hacer. Se
mueve mucho y siempre se levanta de la silla, para ir a sacar punta, para pedir
una goma. No puede parar y siempre interrumpe a los demás. Cuando los demás han acabado el trabajo él aún lo está haciendo
o medio hacer. Se pasa mucho tiempo
mirando por la ventana o haciendo tonterías en los papeles. Hace
preguntas que nada tienen que ver con lo que esta pasando en clase, provocando
en alguna ocasión la risa de sus compañeros. En el patio es atolondrado y a
menudo sale alguien accidentado cundo juega con sus compañeros. Chuta la pelota sin dirección
y a
veces hace daño a algún pequeño que pasa por su lado.
Suele estar metido en todas las peleas y discusiones.
Se exalta mucho cuando alguien le lleva la contraria. Muchas veces la profe de música lo saca de clase por su estado
de nervios. Cuando
hace exámenes falla
en cosas por no prestar atención
o por no pensar bien. Suele hacer muchas faltas de ortografía. Parece listo ya que cuando algo le interesa
es capaz de acumular mucha información al respecto y de hacer asociaciones de ideas.
19. Caso #19 - Límite de la Personalidad
Elena tiene 25
años y es su novio quien la lleva a urgencias porque los síntomas, demandas y
comportamiento caótico de ella le están inquietando, cada vez más. La principal
queja que ella plantea a los profesionales es: "No dejo de pensar
en matarme". Elena
es una secretaria competente,
tiene su propio apartamento y es autosuficiente. Asiste también a clases nocturnas
en la universidad, porque desea progresar en sus estudios y no "seguir
siendo
una
secretaria
toda
mi
vida".
La actual
crisis comenzó cuando su novio, Mario, no aceptó su petición de matrimonio tras
una relación de 2 años de duración. Elena comenzó a telefonearle a su trabajo
exigiéndole cada vez más
tiempo para ella, y llegó a amenazarle diciendo que se mataría si no pasaba
cada noche con ella. Mario refería que esas exigencias, las llamadas
telefónicas y las amenazas crecientes llegaban a ser insoportables y que estaba
deseando acabar, de una vez, con esa relación. La noche en que Mario llevó a
Elena a urgencias, le había dicho que tenía que marcharse de viaje de negocios
y que estaría fuera varios días.
Elena insistió en que se marchaba con el único fin de alejarse de ella. Comenzó
a agitarse intensamente y a decir, con un tono violento, que iba a matarse. En
urgencias, Elena menosprecia, airada, a su novio delante de los profesionales y
le acusa de estar utilizándola para rechazarla después. Tras separar
físicamente a la pareja, los profesionales pueden obtener la historia del desarrollo progresivo de los síntomas de Elena.
En respuesta al
estrés de los últimos meses, la paciente ha presentado un estado de ánimo
depresivo con oscilaciones, tendencia a la hipersomnia (especialmente por las noches y los fines de
semana) y a darse atracones de comida que le han provocado un aumento de peso
de 8 kg. Dice que se siente constantemente ansiosa y cada vez le cuesta más
concentrarse en sus estudios. Ha continuado trabajando durante este periodo de
estrés, buscando el apoyo de sus compañeros de oficina. La atención prestada
por Mario o por sus compañeros de trabajo hace que su estado de ánimo mejore, y
este estado se mantiene siempre que ellos están a su lado. Elena experimenta
síntomas más intensos cuando está sola. Incluyen fantasías prolongadas de matar
a su novio y el deseo de hacerse daño a sí misma. Dice que en varias ocasiones
ha llegado a hacerse cortes con una cuchilla de afeitar y afirma que, cuando lo
está haciendo, se ve a sí misma como si estuviera distanciada, aturdida
y muerta, sin sentir dolor.
Según la paciente,
en esos momentos
se siente gorda y poco atractiva, además de
considerarse incapaz de despertar el cariño de los demás y poco deseable. Entonces
telefonea a su novio y le amenaza
con suicidarse a menos que él vaya a hacerle compañía. Su novio explica que
Elena ha comenzado a perder el control de su mal genio. Por ejemplo, antes
de llevarla a urgencias, en plena discusión había llegado a agredirle a golpes.
Elena
es la menor de cuatro hijos y una de las dos niñas. Sus padres se separaron y
se divorciaron cuando ella tenía 3 años porque su padre era alcohólico y abusaba físicamente de su esposa
e hijos. Un secreto
familiar era que su
hermano, 5 años mayor
que ella, había abusado sexualmente de ella cuando tenía
10 años.Durante la adolescencia, Elena salía con un grupo marginal y comenzó a
consumir drogas. Para conseguirlas, pronto comenzó a mantener relaciones
sexuales. La paciente dijo que su madre atribuía
su rebeldía adolescente a la necesidad que tenía de "encontrar un padre"
y que pensaba que Elena "confundía sus impulsos sexuales con el deseo de
ser amada y cuidada". A los 16 años de edad, Elena ya había iniciado el
patrón de relaciones inestables y caóticas con hombres que sigue caracterizando su vida adulta.
A los 17 años tomó su primera sobredosis de sustancias porque, según
ella, su novio la había rechazado. Después de este incidente, se produjo una
serie de intensas relaciones de acuerdo con un
patrón similar: Elena
se enganchaba de manera progresiva hasta que se separaba gradualmente de sus compañeros. Los rechazos eran indicados por un periodo
de ira y autoabuso, seguido
de una nueva e idéntica relación. El actual novio de la paciente es
sólo el último de una larga serie de compañeros frustrantes.
20. Caso #20 - Trastorno de la Personalidad Narcisista
En el transcurso de una exploración física rutinaria, Nick, un hombre afroamericano de 25 años de edad, empezó
a llorar de forma súbita exclamando que estaba muy deprimido y que pensaba en
el intento de suicidio que había llevado a cabo durante su adolescencia
sintiéndose exactamente igual que ahora. Su médico le remitió para una
evaluación psiquiátrica.
Nick es un hombre alto, guapo, musculoso
y con barba. Va meticulosamente vestido con un traje blanco y lleva una rosa en la solapa.
Entra en el despacho del psiquiatra, hace una pausa brusca y exclama: ¿No son
bonitas las rosas en esta época del año? Cuando se le pregunta
el motivo de consulta, replica
riendo que lo ha
hecho para calmar a su médico de cabecera, que parecía preocupado por él.
Asimismo, acaba de leer un libro de psicoterapia, y espera que a lo mejor
exista alguien muy especial que pueda llegar a entenderme. Me ha convertido en
el más increíble de los pacientes. A continuación toma la Batuta de la
entrevista y empieza a hablar de sí mismo, advirtiendo, medio bromeando: Esperaba
que usted sería tan atractivo como mi médico
de cabecera.
Nick saca de su cartera una serie de recortes de periódico,
su curriculum, fotografías de sí mismo, entre las cuales puede vérsele con
famosos personajes, y un billete de 1 dólar con su cara estampada y
reemplazando la de George Washington. Usando todos estos
objetos como guía, empieza a contar su historia.
Explica que durante los últimos 2 años ha descubierto a
algunos actores actualmente famosos, a uno de
los cuales describe
como físicamente perfecto
y de una adolescencia palpitante. Se ofreció voluntariamente para coordinar
la publicidad de este actor,
y como parte de ello posó en un baño recreando una famosa escena de su película más conocida. Nick,
imitando la voz del actor, riendo primero y luego adoptando un tono más serio,
describe como él y el actor compartían pasados similares. Ambos fueron
rechazados por su familia y compañeros pero lo superaron y obtuvieron la fama. Cuando
el actor llego a la ciudad. Nick alquiló una limousine
y se mostró en la gala a modo de broma como si él fuera la estrella. El agente
del sector se molestó por lo que había hecho, lo que provocó que Nick cogiera
una rabieta. Cuando Nick se tranquilizó, se dio cuenta de que estaba perdiendo
mi tiempo promocionando a otros, y que ya había llegado la hora de que me
promocionara a mí mismo. Algún día decía señalando la fotografía del actor,
querrá ser presidente de mi club de fans.
Nick tiene poca experiencia como actor profesional, pero está
seguro de que el éxito es solo una cuestión de tiempo. Vuelve a meter la mano
en su cartera y saca material de tipo promocional que ha escrito para sus
actores y dice. Debería escribirle cartas a Dios ¡le encantarían! Cuando el
psiquiatra muestra su sorpresa por el hecho de que algunos materiales vienen
firmados por un nombre diferente del que ha dado en
recepción,
Nick muestra un documento legal que da fe del cambio de nombre. Ha cambiado sus
apellidos de orden.
Cuando se le pregunta por su vida amorosa, Nick confiesa que
no tiene ninguna relación, y eso es porque las personas
son simplemente superficiales. A continuación despliega un recorte de periódico donde ha
escrito su nombre y el de su examante a modo de titular que reza: Han
terminado. Hace poco, se enamoró y salió con un hombre que tenía su mismo
apellido; pero poco a poco fue desencantándose, y se dio cuenta de que este hombre era odioso y resultaba
embarazoso salir con él porque vestía pobremente. A continuación, Nick explica
que tiene más de 100 pajaritos y aproximadamente 30 trajes, y se siente
orgulloso de lo mucho que gasta en arreglarse. En la actualidad no mantiene relaciones con otros homosexuales, y los describe
como simples y sin sentido estético. Las únicas personas que han
entendido han sido hombres mayores que han sufrido sus mismas penalidades. Un
día, las personas simples y felices que me han ignorado harán cola para ver mis películas.
El padre de Nick, alcohólico, siempre había sido muy crítico
con él, casi nunca estaba en casa y tenía muchos líos con otras mujeres. Su
madre era como una miga. Estaba siempre deprimida por los líos de faldas de su marido y se volcó con su hijo, dándole
besos en los labios hasta
que Nick cumplió
los 18 años, época en
que ella empezó una relación por su cuenta. Nick se sintió abandonado por este
hecho y realizó su primera tentativa de suicidio. Describe su infancia
como una tortura,
ya que sus compañeros se reían de él por su poca corpulencia, hasta que decidió
someterse a un programa de musculación.
Al final de la entrevista, Nick es remitido a un médico
experimentado asociado al hospital, que cobra unos honorarios mínimos que el paciente
puede permitirse. No obstante, Nick solicita ser remitido a alguien que pueda ofrecerle un tratamiento gratuito, ya que no ve ninguna razón por la que deba pagar a nadie si el terapeuta va a salir ganando tanto como yo mismo.
21. Caso #21 - Trastorno de la Personalidad Narcisista
Bob de 21 años de edad, acude a la consulta del psiquiatra
acompañado de sus padres por concepto de su asesor universitario. Empieza
la entrevista explicando que no padece
ningún tipo de trastorno. Sus padres
están siempre preocupados por él y la única razón por la que ha accedido al
examen médico es para que no me estén encima todo el día. Dependo de ellos
económicamente, pero no emocionalmente.
El psiquiatra fue capaz de obtener la siguiente historia de
Bob y sus padres: el muchacho había programado falsos rumores sobre varios de
sus profesores que le habían dado bajas calificaciones en los exámenes, que
consistían en que varios de ellos habían tenido experiencias homosexuales con
algunos estudiantes. Esto, junto con el absentismo cada vez mayor a las clases a lo largo del último
curso y a la ruptura con la muchacha con la que salía,
hizo que el asesor universitario sugiriera a Bob y a sus padres que el muchacho
necesitaba ayuda urgentemente. Bob explicó entonces que sus problemas se habían exagerado, que se pasaba por alto su
éxito en algunas obras teatrales y que controlaba totalmente la situación. No
negó propagar falsos rumores, pero no mostró remordimientos ni miedo sobre las
posibles repercusiones que esto podría suponer para él.
Bob es un muchacho alto, bien vestido y tiene una onda
pronunciada en el pelo. Su trato es distante pero agradable, y es evidente que
disfruta hablando sobre temas intelectuales o asuntos de actualidad. Sin
embargo, adopta una actitud condescendiente y cínica hacia el psiquiatra y el proceso
de evaluación. Trasmite un sentido de superioridad y de
control sobre la situación.
Las explicaciones sobre el desarrollo de Bob fueron complicadas por el hecho de que restó importancia al tema y por las aclaraciones
conflictivas que sobre ello realizaron sus padres. Su madre era una mujer
extremadamente ansiosa, muy charlatana y vestía de manera impecable. Describía
a Bob como un bebé hermoso y alegre
que siempre fue brillante. Explicó
que después de haber sufrido
un aborto, cuando Bob tenía un
año, ella y su marido
se habían dedicado
exclusivamente a cuidarle
y a darle el amor para dos, el padre era
un hombre de habla muy suave, que había tenido éxito en su trabajo. Recordó,
asimismo, que durante una época él y
su hijo habían tenido una relación de amistad muy estrecha, y le había llegado
a confiar sus problemas, mostrándole un gran amor. Señaló que su hijo se sentía
cada vez más resentido con el nacimiento de sus dos hermanos, riendo,
comentó que a Bob le hubiera gustado
ser hijo único.
Explicó, asimismo, diversos conflictos que surgieron con el
personal educativo de la escuela y el desdeño que mostraba hacia sus compañeros
y hermanos.
En sus primeros años escolares y en comparación con los otros
muchachos de su edad, Bob parecía jugar y relacionarse mucho menos. En el
quinto curso, después de un cambio en el profesorado, se volvió ausente y
rehusó participar en la clase, sin embargo, sus calificaciones continuaron
siendo buenas. Años más tarde volvió a sufrir un episodio similar
al que le llevo al psiquiatra. Por aquel entonces
promulgó falsos rumores sobre un compañero de clase con
el cual se encontraba compitiendo para obtener un papel en una obra de teatro.
Estaba claro que Bob nunca
había sido uno de los muchachos. Le gustaba el arte dramático y el cine, pero nunca había mostrado
interés alguno por el atletismo. Daba la sensación
de que era una persona
solitaria, a pesar de que no se quejaba
de encontrarse solo. Cuando se le preguntaba, explicaba que se sentía orgulloso de ser diferente a sus
compañeros. Asimismo, se distanciaba de sus padres y respondía con silencio
cuando estos le pedían que hablara.
Bob explicaba que la otra gente le veía como una persona fría
e insensible. Él reconocía tener ese carácter, así como no tener amigos de
verdad, pero afirmaba que era poco importante: le daba más fuerza. Continuaba
explicando que cuando la otra gente se quejaba de su carácter era debido
principalmente a su propia debilidad. Según él, le envidiaban y deseaban que él
les respetara y les cuidara. Creía que la gente le iba a sacar algún beneficio si
conseguía aliarse a hacer amistad con él.
Bob tenía cita con muchachas de manera ocasional, pero no
relaciones amorosas estables. A pesar de que la historia exacta continúa aún
por esclarecerse, afirmaba que la pérdida de su novia podía haber sido la causa de sus problemas en la escuela.
Había sido la primero muchacha
con la cual había tenido una relación sexual. La relación se acabó
después de que ella manifestara un mayor deseo de pasar más tiempo con sus
amigas y de acudir a los actos sociales de la
escuela.
22. Caso #22 - Trastorno de la Personalidad Narcisista
Hank Allen fue acusado del asesinato de 10 mujeres. Su
esposa, Jody, que finalmente testificaría contra él, había sido su cómplice,
seleccionando y atrayendo
a las que después se convertirían en sus víctimas mortales.Con el objetivo de
profundizar en la fantasía de su marido de encontrar la “amante perfecta”, Jody
lo acompañaba a centros
comerciales o a ferias que se
realizaban en el condado, donde hablaba con muchachas
jóvenes y las convencía para que se montaran en su caravana. Una vez dentro,
las víctimas se encontraban con Hank, que intimidándolas con una pistola en la
mano las inmovilizaba con una cinta adhesiva. En la mayor parte de casos se trataba de adolescentes, aunque
dos de las últimas víctimas
eran adultas; la más joven tenía
13 años; la mayor, de 34 años, era una dependienta de bar que una noche había
cerrado tarde su local, había salido a la calle para coger el coche y había
bajado la ventanilla para hablar con los Allen, los cuales a su vez habían estado bebiendo en el bar yahora se dirigían hacia ella. La secuestraron y la condujeron hacia su propia residencia. Mientras Jody estaba
sentada dentro viendo una vieja película por televisión, Hank violaba a su
víctima en la parte trasera de la caravana, obligándola a desempeñar el papel
de su hija adolescente. A media violación, Jody se reunió con ellos, y luego, a
primera hora de la mañana, volvió a aponer la
caravana en marcha con la radio a todo volumen
para que no se oyeran los ruidos
que emitía su marido en la parte traserade
la caravana mientras estrangulaba a su víctima hasta la muerte. Esa misma noche
el matrimonio celebraba el cumpleaños de Hank en un restaurante.La mayor
parte de las víctimas de Hank eran muchachas bajitas
y rubias como Jody y como la propia
hija de Hank. De todas abusó sexualmente, disparándolas o estrangulándolas hasta la muerte; varias
fueron enterradas en tumbas poco profundas. Una de ellas,
una muchacha embarazada de 21 años de edad
que hacía auto-stop (Jody también estaba esperando un bebé por esas fechas),
fue violada, estrangulada y enterrada todavía viva bajo la arena de la playa.
Hank puntuaba el rendimiento sexual de cada una de sus víctimas, no olvidándose
nunca de recordar a Jody que ella no era la número uno. Jody intentó redimirse
a sí misma de la insatisfacción de su marido sometiéndose a cada una de sus
demandas. Incluso cuando finalmente se fue a vivir por su cuenta, fue incapaz
de decir que no. Después de estar separados por espacio de varios meses,
Hank la llamó
pidiéndole que volvieran a juntarse. Ella accedió, y aquel día rubricaban
su novena y décima víctimas .La violencia de Hank fue un legado de su padre.
Cuando nació, su padre, de 19 años de edad,
cumplía sentencia por robo de coche y por pasar
billetes falsos. Más tarde volvió
a estar convicto por robo de segundo grado, pero se fugó. Al poco tiempo
se inició una persecución de película, ya que le capturaron, volvió a escaparse, de nuevo volvieron a dar con él, y logró finalmente fugarse otra vez, matando a su paso a un agente de policía y a un
guardia de la cárcel, al cual había dejado ciego tirándole ácido a la cara
antes
de pegarle hasta la muerte. Poco antes de que fuera ejecutado, su padre
escribió: “cuando maté a este policía, me hizo sentir bien por dentro. No puedo
olvidar lo bien que me hizo sentir, ya que esa sensación me catapultó a la
máxima felicidad...”.Hank creció rodeado de comentarios que repetían
continuamente que iba a ser calcado a su padre, y cuando cumplió los 16 años se
enteró de que éste había sido capturado y posteriormente ejecutado en la cámara de gas gracias
al testimonio de su esposa y madre de Hank, que había revelado el lugar dónde se ocultaba.
Hank confesó tiempo después a la policía: “a veces [pienso] en volarle la
cabeza...a veces querría meterle una bala en la boca y traspasarle el
cuello...”.Durante una exploración psiquiátrica forense, Hank reveló que su
madre era el objeto de su principal
fantasía sexual: “quería atarle los pies, desnudarla, colgarla de los pies,
darle vueltas, con una hoja de afeitar producirle pequeños cortes, muy
pequeños, y ver cómo le corría la sangre y cómo le goteaba de la cabeza.
Colgarla en el lavabo, rociarla
de cola de avión
y prenderle fuego.
Tatuarle una perra en la frente...La madre
de Hank había
pegado y se había mofado de su hijo (niño que se hacía pis
en la cama hasta los 13 años) llamándole “meapantalones” delante de los
invitados. Uno de sus maridos
le había castigado
cruelmente, forzándole a beber orina
y torturándole la muñeca
con un cigarro encendido. Cuando su madre trató de intervenir, el padrastro le
empotró la cabeza contra la pared. A partir de ese momento, ella se unió a la
práctica de abusos contra el muchacho. Desde una edad que apenas recordaba, Hank
tenía pesadillas donde le estrangulaban con un hilo de nilón o le ataban a la
silla de una cámara de gas mientras éste, de color verde, flotaba en el
ambiente. Hank, con un hermano suyo mayor, empezó a cometer robos en domicilios
a los 7 años, y a los 12 ya paseaba por la calle en libertad condicional. Un
año después, fue enviado a la California Youth Authority acusado de cometer
“actos lujuriosos y lascivos” con una niña de 6 años de edad. Como adolescente
se enfrentó a cargos por robo a mano armada y robo de coche. Debido
a su falta de asistencia habitual a la escuela, suspendió
en el instituto a los 17 años con un muy
deficiente en cinco asignaturas lectivas
y en otras tantas asignaturas de “ciudadanía”. Ese mismo año se casaba por primera vez.Tuvo frecuentes
pérdidas de conciencia debido a peleas y entró dos veces en coma, brevemente a los 16 años y durante una semana a los 20. Se le practicó una tomografía craneal
computarizada que puso en evidencia “surcos anormalmente aumentados y
ventrículos ligeramente dilatados”. Se le sometió a una batería de pruebas
neuropsicológicas que revelaron “daños en el lóbulo frontal derecho”. Hank se
casó siete veces.
23. Caso #23 - Ecopresis
"Marc
era un niño de cuatro
años que vino acompañado de su madre
en su primera visita en nuestro
centro. Se mostraba cariñoso con su madre y hacía como si la cosa no fuera con
él, pero se percataba del más mínimo detalle que la madre comentaba. Tenía un
hermano de once años. Ella estaba angustiada porque
había observado que su hijo se relacionaba con algunas dificultades entre sus compañeros de clase. Explicaba que lo veía más cómodo
en el entorno adulto, puesto que con sus amigos se inhibía frecuentemente.
También estaba preocupada porque Marc utilizaba pañales durante la
noche y durante
el día si
sentía ganas de
hacer caca. Habían
retirado los pañales
hacía dos años y todo parecía funcionar bien hasta que, al cabo de tres semanas, el niño empezó a hacerse
caca encima y se negó a hacerlo en el orinal. Se recuperó el uso de pañales y,
aunque se intentó reestablecer el hábito más adelante, Marc siempre se
resistió. Solamente utilizaba el baño para hacer pipi. El niño defecaba en la
ropa en las pocas ocasiones en las que el pañal no llegaba a tiempo. Después
de cuatro años y medio con pañales
arriba y abajo,
la madre, el padre y Marc se sentían al límite de la situación.
24. Caso #24 - Anorexia y Bulimia
"Hasta mis 8 años recuerdo una infancia dentro de todo
normal no tenía problemas en el colegio, era buena alumna, tenía amigos, nada
me faltaba a pesar de que mamá había fallecido hacía 3 años y papá ya no vivía
más conmigo. Sino que estaba con mis abuelos que me llenaban de afecto.
Era feliz pero
un día todo cambió, no se bien porqué decidí saltear el almuerzo de comedor y
sólo comer una "Tita". Ahí comenzó
el infierno, mi carácter se transformó, de ser alegre,
llena de vida,
me volví histérica, gritona, hacía escándalo por todo, especialmente a la hora de
comer. Escondía las galletitas del desayuno en el cajón de cubiertos
de plata de mi abuela,
la volvía loca a la hora de cenar para que me sirviera menos,
detestaba mis piernas y la balanza
era mi obsesión. Temía no tener novio y quedarme
sola de por vida. Cuando
cumplí 9 años había perdido muchísimo peso,
desesperadamente mi papá me llevó a distintos doctores y psicólogos y nadie
sabía lo que me pasaba.
Por suerte, a
fin de año una psicóloga me diagnóstico anorexia y gracia a ella comencé a
recuperarme y creí que nunca más la enfermedad volvería a invadirme, cuanto me
equivoqué..... a mis 15 años volví a caer en lo mismo.A diferencia de antes era consciente de lo que me pasaba pero no lo podía manejar, la obsesión por ser
flaca era más fuerte. Mi vida estaba basada en contar calorías, tirar la comida
en los recreos, solo comer en público cuando no tenía otra opción, en ocultar mi cuerpo bajo ropa bien holgada y engañar a los médicos
cada vez que me pesaban escondiendo pesas dentro de mi ropa interior. Mi
vida se había llenado de ritos y obsesiones de todo tipo que guiaban mis
acciones. Tenía pánico al descontrol, hasta que un día volviendo de una fiesta encuentro a mi tía abuela en casa sufriendo un paro cardíaco. Luego de llevarla
al hospital y de morir a las pocas horas, sentí unos deseos
descontrolados por comer la torta que estaba guardada en la heladera y así fue
como comencé a comer compulsivamente, y cuando me quise dar cuenta estaba
vomitándola. Al día siguiente mi único
objetivo era compensar
todo lo que había comido
el día anterior y así sin darme
cuenta conocí a la otra cara
del infierno "la bulimia" entrando en un círculo vicioso de
"restricción-atracón-vómito". Transformando mi vida en un gran caos,
todo lo que creía poder controlar y
manejar se desbordó.
Aparejado con mis conductas irracionales con la comida comenzaron mis
conductas impulsivas de todo tipo, mis deseos de vivir al filo, al límite, mi
necesidad de asumir riesgos sin medir las consecuencias, mis altibajos
emocionales. Mi vida comenzó así a ser regida por la mentira, la manipulación, los
sentimientos de vacío desmedidos, la falsa seguridad depositada en el cuerpo...
Cuántos
recuerdos que desearía borrar, que nunca hubiesen existido...
Me acuerdo
cuando trabajaba, mi jefa me tenía que dar el sueldo por día porque si cobraba
mucho dinero junto lo gastaba todo de golpe... o la vez
que me escondí en mi saco un dulce de leche del supermercado de la esquina de
la desesperación por comer y no tener plata en el bolsillo... o cuando en 5to año ya no teniendo faltas seguía faltando a causa
de haberme atraconado o porque me rateaba junto a mi novio de aquella época
quedándome así ´libre" ... o cuando
le desvalijaba la heladera a mi abuela
y le gastaba toda su plata para darme
atracones... o cuando salía sola de noche alrededor de las 3 o 4 de la mañana
en pleno ataque de ansiedad buscando algún quiosco
o autoservicio... o la vez que me quise escapar
de casa de mi papá saltando unas rejas
altísimas y empecé a correr
sin saber hacia dónde y sin un peso en el bolsillo... o cuando me quise escapar
del tratamiento y me tomé un taxi sin saber que hacer...
Cuánto tiempo
perdido, cuántos años de mi vida desperdiciados por un objetivo sin sentido...
y de a poco fui ganándome la desconfianza de todo el mundo, la mentira y la
deshonestidad eran palabras que me caracterizaban y cada vez más alejaba
a mi familia, mis amigos,
mi novio. Perdí
así también mi trabajo y en mis estudios me atrasé muchísimo.
Mis cambios de ánimo tampoco los podía controlar, pasaba de ser
la más simpática y divina en una reunión social a la persona más depresiva del
mundo y de nuevo las personas que más pagaban el precio de estar al lado mío
eran quienes más me querían, quienes no tenían por qué soportarme así.
Hoy por hoy,
lejos me animo a decir que me siento curada, creo que es un gran camino por
recorrer y que es un desafío y una decisión que debo encarar cada día siendo
conciente de que yo soy la única que puede manejar mis impulsos, mis cambios de ánimo y que si bien no soy la culpable de que todavía
aparezcan, si soy la persona responsable de saber
manejarlos. Existen otros valores y otros objetivos en la vida más que ser
flaca, existe un mundo real que si bien es duro a veces, es muchísimo más bello
que vivir una vida encerrada en uno mismo.
Esta es una de
las tantas cosas que aprendí y me enseñaron a ver en ALUBA, donde sin el apoyo
de todo mi grupo, del equipo terapéutico y también de mi familia y amigos creo
que nunca hubiese salido adelante dado que fueron fundamentales en el
tratamiento ya que nunca dejaron de estar a mi lado y siempre estuvieron de
modo incondicional devolviéndome de a poco la fe en mi misma y brindándome
confianza cuando ya nadie apostaba ni un peso por mi, ni siquiera yo
misma.".
25. Caso #25 - Discalculia
La madre de Rafa está muy preocupada. Por más
esfuerzo y empeño que pone su hijo no puede con las matemáticas. Al niño le
llaman de todas las maneras posibles: vago, lento, dicen “que no espabila”, que
está siempre dormido… Rafa cursa 1º de la ESO en un colegio concertado (tiene
13 años), y ha llegado a esta etapa con mates suspendidas de 6º de Primaria en
el mismo centro educativo. Ya le conoce la mayoría de sus compañeros y algunos
profesores como al vago de la clase. En el aula y en el patio algunas
veces tiene problemas debido a las burlas que recibe por parte
de sus compañeros, pero dado su carácter
tranquilo y relajado, él prefiere no meterse en problemas
y pasar de chanzas y puyas. No es su rollo. Este año, su madre ha decidido
tomar la iniciativa con respecto a los estudios. No tiene buenos motivos para
ser optimista al inicio de esta nueva etapa que Rafa está a punto de comenzar. Ella, Rocío, me llama para contratarme como profesor particular de su hijo para que le ayude
en matemáticas e inglés, tres veces por semana a una hora y media por sesión
desde el mismo inicio del trimestre. Desde la primera clase, Rafa se muestra
muy receptivo, acepta mi ayuda con naturalidad y se lo ve muy simpático y
colaborador.las relaciones lógicas entre números enteros y naturales,
dificultades para plantear algunas operaciones básicas como restar una cantidad
mayor de otra menor, desconocimiento total y absoluto de la regla de los signos
para la multiplicación y la división, así como no conocer las propiedades de la
suma y de la resta (conmutativa, asociativa, elemento neutro, etc.), u otras
reglas básicas de la aritmética que se da por sentado que debería haber
adquirido a los 9 años de edad, entre 4º o 5º año de la escuela primaria. Es decir, que Rafa presenta
un desfase de conocimientos matemáticos de entre 3 y 4 años
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